martes, 25 de agosto de 2009

Viejos son los trapos...






-¿Y cuántos años tiene usted?
-88 y tres muertes del corazón...

Yo quiero llegar así de vivo

lunes, 10 de agosto de 2009

Un lugar diferente

Cuando observé aquel lugar por primera vez, sentí que mi cuerpo se estremecía de golpe. Recuerdo que, a simple vista, parecía un sitio como tantos otros que yo había visitado en mis anteriores viajes; pero al acercarme, me di cuenta de que estaba equivocado. Había llegado a un lugar diferente.
No tenía reloj, pero recuerdo que cuando descubrí ese paisaje, los primeros rayos de sol penetraban con mucho esfuerzo las hojas y ramas de aquellos frondosos árboles. Sólo algunos rayos lograban su objetivo y golpeaban el suelo repleto de hojas secas que crujían a medida que yo caminaba. Aquel lugar era inhóspito y por eso, mis pasos eran con miedo, alertas a cada sonido que se desprendía desde las copas de los árboles o entre aquellas plantas llenas de flores que inundaban de una aroma dulce pero extraño aquel lugar. Raro esto. En mi vida había recorrido cientos, miles de lugares y sin embargo, todo allí era nuevo, desconocido, sorprendente.
El sol se elevaba cada vez más en el cielo y la luz le iba ganando terreno a la espesa niebla que cubría de una sombra aterradora aquel lugar. No sabía qué hacer, dudaba a cada paso y constantemente miraba de reojo hacia mi alrededor con la firme certeza de que estaba siendo observado. Tenía sed. Mi boca, sólo podía sentir el amargo sabor de mi saliva, producto de una rara fruta que, por el hambre, había atinado a probar.
De repente, sentí como ese sonido se iba acercando a mí. Mi oído podía percibir cómo aquellos pasos sonaban cada vez más fuerte, cómo la distancia se iba acortando. Yo quedé inmóvil, paralizado. Mi mente le ordenaba a mi cuerpo que se mueva, pero éste no respondía. Mis ojos sólo atinaban a mirar hacia adelante por miedo a voltear y encontrarse con aquello que no reconocía.
Entonces, en el preciso instante en que sentí a ese ser extraño respirar en mi oído, llenando el aire con su aliento, afilando sus garras para atacarme, desperté.

Tu presencia me inspira...

domingo, 2 de agosto de 2009


Cuando era chico quería cambiar el mundo, cuando empecé a crecer me di cuenta de que el mundo era demasiado grande, así que quería cambiar mi país. Unos años más tarde comprendí que mi país también era grande entonces pensé en mi ciudad... hoy, a los 26 años, me doy cuenta de que no sé si podré cambiar algo, pero si sé que podré regalar sonrisas y como dice Arbolito: "Las revoluciones se hacen con una sonrisa"