miércoles, 10 de febrero de 2010

La infancia de la indiferencia (o la mano que acaricia la boca)


Esta imagen pertenece a Finbarr O'Reilly, fotógrafo canadiense. Y el texto que la prosigue y que quiero transcribir, corresponde a Pablo Gentili que es un pedagógo argentino que actualmente desarrolla su tarea en Brasil. Sé que es largo, pero vale la pena leerlo. Sería interesante, que a aquellos que les gustó, lo copien y lo pasen o que inviten a otros a leerlo...

"La imagen (...) recorrió el mundo como expresión de espanto, indignación y dolor. También, como expresión de una profunda belleza. Es el rostro de una madre que espera su turno en la fila de un centro de alimentación, en Tahoua, Níger. Sobre su boca, se apoya suavemente la mano de un niño o, quién sabe, una niña: su hijo, su hija. Intuyo que pocas veces la fotografía ha podido sintetizar el trazo desgarrado de una caricia tan dulce. Tan solitaria. Tan triste. Tan necesaria. La mano de un niño o niña envejecida por el hambre acaricia la boca de su madre. Pide un beso, pan, paz, derechos, dignidad. O no pide nada, quizás.
Imágenes como ésta ponen en evidencia la barbarie de un sistema que exalta los valores de la globalización neoliberal, mientras oculta, trivializa y pretende volver insignificante la negación más brutal de los derechos humanos a cientos de millones de niños y niñas en todo el mundo. Niños y niñas abandonados, sometidos a condiciones de trabajo esclavo, campesinos maltratados, empleadas domésticas, vendedoras ambulantes, pequeños soldados del tráfico de drogas, objetos (ellos y ellas mismas) del tráfico humano, de abuso de toda especia, madres precoces, hijos de ninguna filiación, niños y niñas sin tierra, sin escuela, sin casa, sin niñez, sujetos del desprecio. Niños y niñas excluidos e invisibles como los denomina UNICEF (...). Niños y niñas que el sistema no quiere mostrar. Simplemente, porque “sobran”. El mundo no es un beneficio que les corresponda. El mundo camina en una dirección y ellos, ellas parecen estar a contramano. Son despreciados y pretenden ser transformados en eso: en nada.
(...) Una cuestión crucial es determinar cuál es la causa de las causas que producen la invisibilidad de la infancia excluida. Para responder a esta pregunta es fundamental mirar hacia el interior de los países donde los niños y niñas tienen sus derechos cotidianamente negados (...). Pero, también, especialmente, es necesario mirar hacia fuera de estos países; mirar un sistema mundial dividido entre naciones con derechos y naciones sin derechos, entre los que tienen la oportunidad de elegir su futuro y los que tienen la condena de tener que sufrirlo. La periferia del mundo capitalista (...) explota, segrega, maltrata a sus niños y niñas. El opulento mundo capitalista desarrollado no deja de ganar pocas ventajas con esto. Por eso, con poquísimas excepciones, prefiere silenciar, no mirar, borrar, desintegrar aquellas imágenes de la barbarie, del dolor. El eco de gritos que nunca llegan a retumbar en los corazones y mentes de lo que quizás ni saben que vivir tan bien como viven tiene un pesado costo para otros, para otras, cuyo rostro no conocerán. Puede ser que, ahora, al menos, conozcan la mano. Esa mano que acaricia la boca. Que se apoya suavemente sobre ella. Que apenas la toca. Que se funde y confunde en un beso desgarrado. Esa mano que acaricia la boca. Y no pide silencio. Ni indiferencia. Esa mano que acaricia la boca, porque es su forma de gritar."