sábado, 12 de diciembre de 2009

Sólo quiero ser feliz






yo no quiero vivir como digan...















¿Es mucho pedir che?

viernes, 4 de diciembre de 2009


Vivimos en una época en la cual sólo se habla de empresas, de grandes capitales. En una época en la cual los grandes medios, el campo o el gobierno pelean por sus intereses a costa de cualquier cosa. En una época en la cual se habla de "crisis mundial", cuando en realidad se debería hablar de "crisis de un modelo económico" ya que en el mundo también hay gente con hambre, desnutridos, excluidos, marginados, con ciento de enfermedades que no tienen vacuna. Y estoy muy seguro de que a todas estas personas no les afecta la caída de Wall Street o la caida del Merval, porque para muchos chicos, sus acciones cayeron hace mucho tiempo junto con sus derechos a la educación, a la interidad física, a la salud, a la alimentación, a una vivienda digna, a la libertad, al juego. Así que mejor, digan "mundial" cuando "todos" estén afectados.
Encima, uno prende la tele, lee un diario o escucha la radio y parece que el Apocalipsis ya llegó, parece que todo es una "desastre", que todo está perdido. Uno se levanta y de todos lados sólo quieren desanimarlo, tirarle las esperanzas. Te tildan de "utópico", de "soñador" y te dicen siempre "poné los pies sobre la tierra que nada va a cambiar".
Sin embrago ayer, en medio de la montaña, en un lugar que no es tapa de Clarín ni está en la agenda de la presidenta, un pequeño grupo de pequeñas personas, me demostró que nada es imposible. Me demostró que todavía se puede uno emocionar cuando ve unos pequeños ojos brillando. Me demostró que los sueños están hechos para vivirlos, y para pelear por ellos. Me demostró que con poco se puede hacer mucho, que con risas se puede lograr todo, que con ganas se puede ser feliz. Y eso si que le renueva a uno las esperanzas, eso si que te ayuda a vivir.
Por eso, hoy este espacio va dedicado a ellos, a toda la comunidad educativa de la Escuela Ingeniero Pagliari. Porque te dan ganas, te dan fuerzas, te hacen reir y te hacen llorar de felicidad. Porque su afecto, su enorme respeto, su humildad, su lucha, su fuerza, te llenan de ganas para seguir luchando por otro mundo posible.