lunes, 6 de julio de 2015

Cómo duele ser Messi

Hacía mucho que no escribía por acá pero tengo la tremenda necesidad de hacerlo. Leo y por momentos siento dolor por ver como se descargan las frustraciones en un solo tipo como si eso nos hiciera sentir más cómodos y felices. Se me llenan los ojos de lágrimas de solo pensar lo que debe costar estar en ese cuerpo que ya tanto sufrió.
Perdón, Leo. Te pido perdón aunque sé que nunca te enterarás que te estoy escribiendo. Quisiera correr y abrazarte y pedirte perdón. Abrazarte porque sé que no solo tenés que sufrir por perder con esa camiseta que tanto amás, sino que también por tener que escuchar que vos tenés la culpa. ¿Culpa de qué? Si vos solo querés jugar al fútbol, querés ir detrás de una pelota sea donde sea que estés y con la camiseta que tengas puesta. Vos no elegiste ser el mejor, no te lo propusiste y no se lo prometiste a nadie, no se lo juraste a nadie. Entonces, ¿a quién tenés que responderle en tus derrotas? ¿A quién tenés que rendirle cuentas? ¿Por qué nos fallaste a nosotros como si fuéramos tus dueños y jugaras para y por nosotros?
Escribo y siento que tengo bronca y vergüenza por millones de argentinos que te quieren destruir pero que ante una jugada tuya y un elogio solo dicen "y claro, es argentino". Que se enorgullecen por saber que en cualquier parte del mundo decir "Messi" nos hace reconocernos argentinos. Es tu nombre el que reconocen, no el nuestro. Sos nuestra bandera. Y a pesar de este orgullo, a pesar de que se cuelgan de tus triunfos, en tus derrotas, se esconden, te apedrean, miran para otro lado.
No puedo disimular mi bronca y no por un resultado, sino por lo demás. Leía por ahí que deberías renunciar porque no te merecemos. Pero no, no renuncies. Seguí haciéndonos sentir amor por el fútbol a un montón de argentinos que te bancamos a muerte. Que sabemos lo que vos amás el fútbol, que no nos queremos perder un partido de la selección, del Barcelona o de un entrenamiento para que nos deleites con tu fútbol. Que vemos videos con tus jugadas, con tus goles.
Seguramente nunca leas esto y las cosas no cambien. Seguramente en tu próximo gol sentirás las voces de elogio y en tus fracasos, las bofetadas. Y seguramente yo seguiré sintiendo tu dolor y tratando de descargarlo en mis palabras.
Gracias, Leo. Por el fútbol, por la magia, por ser argentino.